Sanar también es aprender a mirar tu historia con otros ojos
4/13/20257 min leer
La importancia del hablar sobre sí mismo, pero de una manera positiva
La narrativa personal se refiere a la forma en que interpretamos y contamos nuestras experiencias de vida. Esta narrativa no solo refleja nuestra identidad, sino que también influye profundamente en nuestra percepción del mundo y en nuestro bienestar emocional. Cuando reflexionamos sobre nuestra historia a través de una narrativa positiva, podemos encontrar un mayor sentido de propósito y control sobre nuestras vidas. Este proceso puede ser especialmente crucial en momentos de dificultades o crisis, donde narrar nuestra historia de manera constructiva puede facilitar la sanación.
Por ejemplo, consideremos a una persona que ha enfrentado una serie de desafíos, como la pérdida de un ser querido o una enfermedad. Una narrativa negativa podría llevar a sentimientos de desesperanza y victimización, limitando la capacidad de la persona para avanzar. Sin embargo, al recontextualizar su historia, esa misma persona podría destacar cómo estos retos han fomentado el crecimiento personal, la resiliencia y una mayor empatía hacia los demás. Esta transformación en la narrativa demuestra que, al cambiar la forma en que se cuenta la historia, se puede cambiar la manera en que se vive la vida.
El autoconocimiento juega un papel fundamental en esta construcción de la narrativa personal.
A medida que las personas se vuelven más conscientes de sus emociones, pensamientos y comportamientos, tienen la oportunidad de redefinir su historia.
Realizar un examen crítico de las experiencias y encontrar patrones de crecimiento puede ayudar a reescribir la narrativa, fomentando así un mayor bienestar emocional. Por lo tanto, al aceptar y comprender nuestra historia, podemos construir un relato que no solo nos empodere, sino que también nos lleve a un lugar de sanación y paz interior.
Las creencias limitantes son nuestras "Fronteras Mentales"
Las creencias limitantes son convicciones que adoptamos a lo largo de nuestras vidas, generalmente en respuesta a experiencias negativas o críticas. Estas creencias, a menudo inconscientes, afectan significativamente nuestra capacidad para crecer y desarrollarnos, ya que pueden generar un enfoque distorsionado de nuestras capacidades y potencial.
Algunas de las creencias más comunes incluyen la idea de que no somos lo suficientemente buenos, que el fracaso es inaceptable o que el éxito está reservado para otros. Estas percepciones limitadas pueden ser construidas por agentes ideológicos como la familia, la educación o la cultura que nos rodea.
El impacto de las creencias limitantes en nuestra vida diaria es profundo. Pueden influir en nuestras decisiones, afectando nuestra vida personal y profesional.
Por ejemplo, una persona que cree que no puede alcanzar metas ambiciosas podría evitar desafíos que, de otro modo, podrían conducir a su desarrollo. Este patrón puede resultar en una falta de confianza en uno mismo y un declive en la autoeficacia, donde la persona empieza a dudar de sus habilidades y logros a lo largo del tiempo.
El miedo y la inseguridad son los principales motores detrás de estas creencias limitantes. A menudo, estas emociones provocan que las personas se sientan atrapadas en situaciones que no les satisfacen, perpetuando un ciclo de autocrítica y parálisis. Con el tiempo, estas creencias pueden volverse más arraigadas, afectando no solo la autoestima, sino también la salud mental en general.
Por lo tanto, es crucial ser conscientes de nuestras creencias limitantes y trabajar proactivamente para desafiarlas. La psicoterapia ayuda a poder reconocer el poder de estas creencias y su impacto. Además, ayuda en la identificación de esas creencias sobre uno mismo que nos estancan, que son una frontera mental. A partir de ahí, el último paso es la reestructuración de esos pensamientos.
La reestructuración cognitiva como herramienta de sanación
La "reestructuración cognitiva" es un proceso fundamental en la terapia cognitivo-conductual (TCC) que busca modificar patrones de pensamiento disfuncionales.
Cabe aclarar, que si bien el termino es utilizado en la TCC, cualquier tipo de terapia genera esta "reestructuración" porque todas trabajan en base a las creencias de la persona.
A menudo, nuestras percepciones de la realidad son influenciadas por creencias limitantes y pensamientos negativos, los cuales pueden generar una considerable angustia emocional.
A través de la reestructuración cognitiva, se pueden identificar y desafiar estos pensamientos, permitiendo así una reinterpretación más positiva y realista de nuestras experiencias.
El primer paso en la reestructuración cognitiva involucra la toma de conciencia de nuestros pensamientos automáticos. Muchas veces, estas ideas surgen sin previo aviso y pueden parecer verdaderas, aunque a menudo carecen de fundamento. Por ejemplo, una persona que se enfrenta a una dificultad laboral puede pensar: “Nunca seré capaz de conseguir un nuevo empleo”. Este tipo de pensamiento puede llevar a la desesperanza y a la inacción. Sin embargo, al identificarse este patrón, es posible cuestionar y replantear esa narrativa.
Si bien el primer pensamiento fue automático, los que le siguen son pensamientos que se basan en el miedo y potencian esa creencia limitante de primera instancia. Se alimenta esa idea núcleo. Pero sí el primer pensamiento apareció de sorpresa, uno podría cuestionar los que le siguen y eso daría lugar a poder comenzar a tener el control.
Las técnicas prácticas para facilitar este proceso incluyen el uso de diarios reflexivos, donde se anotan situaciones estresantes junto con los pensamientos asociados. Posteriormente, se realiza un análisis crítico de esos pensamientos, buscando evidencias que los apoyen o contradigan. A través de este ejercicio, se pueden generar afirmaciones positivas que sustituyan a los pensamientos negativos, como “He superado retos antes y puedo hacerlo nuevamente”. Este simple cambio de perspectiva no solo mejora el estado emocional, sino que también fomenta una mayor resiliencia ante las adversidades.
Al practicar la reestructuración cognitiva de manera regular, las personas pueden desarrollar una nueva forma de ver su historia. Esto no significa ignorar el dolor o las dificultades, sino aprender a mirarlas desde otra óptica, reconociendo que poseen una capacidad transformadora.
Narrarse positivamente: el poder de las palabras
La manera en que nos narramos a nosotros mismos posee una profunda influencia en nuestra autoestima y en la calidad de vida que experimentamos.
Las palabras, ya sean pronunciadas en voz alta o manifestadas en nuestro diálogo interno, configuran significativamente nuestras percepciones y emociones.
A consulta llegan a diario personas que se narran a sí mismos como "inutiles"; "incapaz"; "horrible"; "soy ansioso"; "soy un poco depresivo"; "soy vaga".... ¿Te resuena?
Una narrativa positiva puede transformar nuestros pensamientos, brindándonos un sentido renovado de esperanza y motivación para enfrentar los desafíos diarios.
Empezar a practicar un lenguaje interno más compasivo y alentador no es solo un ejercicio de autoafirmación, sino una herramienta poderosa para reescribir nuestras historias personales. Al redefinir cómo hablamos de nosotros mismos, fomentamos una relación más sana con nuestra identidad. Este proceso implica, en primera instancia, tomar conciencia de las palabras que utilizamos. Preguntarnos si las descripciones que empleamos fomentan un sentido de autoaprecio o, por el contrario, lo menoscaban es un primer paso fundamental.
Una práctica útil puede ser llevar un diario en el que se registren de forma diaria al menos tres afirmaciones positivas. Estas afirmaciones pueden centrarse en logros recientes, cualidades positivas o momentos de gratitud. A medida que se convierte en un hábito, esta actividad ayuda a contrarrestar pensamientos negativos y a instaurar un diálogo interno lleno de benevolencia. Además, incorporar el uso de un lenguaje amable al hablar con otros también puede tener un impacto significativo, no solo en nosotros, sino en el ambiente que nos rodea.
Con el tiempo, estas prácticas no solo fomentan nuestra autoestima, sino que también generan un efecto cascada, mejorando nuestras relaciones interpersonales y la calidad de vida en general. A través de un enfoque consciente en nuestra narrativa personal, podemos efectivamente transformar nuestras experiencias y permitir que nuestra historia brille con nuevos matices de optimismo y resiliencia.
Superar las fronteras mentales
Las fronteras mentales son construcciones psicológicas que limitan nuestro potencial y nuestra capacidad de crecimiento personal. Estas barreras pueden surgir de experiencias pasadas, creencias arraigadas o incluso de expectativas sociales. Es fundamental reconocer que muchas de estas fronteras son, en esencia, artificiales y pueden ser desafiadas. La identificación de estos límites es el primer paso hacia una vida más enriquecedora y plena.
Un ejemplo de una frontera mental podría ser una persona que puede haberse convencido de que no es capaz de realizar un cambio de carrera por miedo al fracaso, sin considerar que ha evolucionado y que poseen nuevas habilidades que le permiten emprender nuevos caminos.
Otro enfoque valioso es rodearse de personas que desafíen nuestras limitaciones autoimpuestas. La influencia de un entorno positivo y estimulante puede motivarnos a explorar nuevas posibilidades y a cuestionar nuestras creencias restrictivas. Participar en grupos de apoyo o comunidades que fomenten el crecimiento personal facilita la exposición a diferentes perspectivas, permitiéndonos replantear nuestras fronteras mentales.
Finalmente, adoptar una mentalidad de crecimiento es clave para fomentar la libertad de ser y actuar. Al entender que aprender y evolucionar es un proceso continuo, se abre un mundo de oportunidades.
Aprender a mirar nuestras historias con otros ojos implica reconocer que, aunque las fronteras mentales puedan parecer insuperables, son, en raras ocasiones, más que obstáculos temporales en nuestro camino hacia el desarrollo personal.
Conclusión: construyendo una historia de esperanza
La búsqueda de la sanación a menudo nos conduce a un viaje interno donde la auto-reflexión y el reexamen de nuestras experiencias pasadas son esenciales.
A lo largo del artículo, hemos explorado cómo nuestras narrativas personales, formadas por la suma de las vivencias y desafíos enfrentados, pueden en ocasiones convertirse en pesadas cargas emocionales. Sin embargo, es posible transformar estas historias, reescribiéndolas desde una perspectiva de esperanza y crecimiento.
Reescribir nuestra narrativa no significa alterar los hechos de nuestro pasado, sino más bien cambiar la forma en que los interpretamos. Al hacerlo, podemos descubrir nuevos significados y lecciones que pueden enriquecer nuestras vidas y fomentar un sentido renovado de paz interior. La importancia de este proceso radica en que, al adoptar una visión más compasiva y comprensiva de nuestras experiencias, creamos un espacio para el perdón y la aceptación, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás.
Por ejemplo, sí pensamos en una situación pasada, en vez de castigarnos cómo "inútiles" podemos ser compasivos y entender qué en ese momento puntual no se tenía el aprendizaje de hoy día, que son experiencias únicas y que se repetirán hasta que logre aprender algo de ello y pueda así poner un límite, elegir otra opción.
Entonces, te invitamos a reflexionar sobre tu propia historia:
¿De qué manera te mencionas a vos mismo al narrar una situación? ¿De dónde crees que aprendiste estas maneras de hablar sobre sí mismo? ¿Podrías probar durante una semana identificar cuando hablas duramente sobre vos mismo y modificar sobre la marcha la narración?